Sin ser música típica de San Juan (donde nací), el charango me maravilló por su sonoridad, su bullicio y a la vez su melancolía, desde adolescente. Hoy mi charango es un compañero inseparable en mis trabajos y en mis momentos personales de tiempo libre.
¡No es tan importante lo bien que uno interprete un instrumento, sino que es importante que uno disfrute haciéndolo!